«Las largas horas de trabajo en el taller se hacen patentes en todos los rincones del local, siendo el desgaste y el óxido los grandes protagonistas del mismo. Las paredes de azulejos aparentan el paso de los años y el suelo barnizado simula manchas de grasa y de aceite. Los materiales rudos acaparan todo el mobiliario, con un acabado muy envejecido», añaden.
¿El resultado? Lámparas de techo con rejilla, sillas con estructura metálica, mesas de madera tosca, azulejos con acabados imperfectos y seis vehículos históricos de coleccionista de los años 50, 60 y 70 transformados en foodtrucks que conforman una auténtica cápsula del tiempo donde degustar diferentes opciones gastronómicas. El Garaje Foodie está siempre en continuo movimiento, renovándose cada año su propuesta de vehículos sobre ruedas. Con un espíritu callejero, además de un carácter sociable y cosmopolita se ha consagrado con una de las opciones más desenfadadas y recurrentes de los valencianos en el último año.